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Aproximación al arte precolombino – Parte V por Francisco Iriarte Brenner
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Área de Derecho Constitucional

Última actualización: 29 - 06 - 2015

Los materiales naturales disponibles en un ecosistema dado, determinan –o más bien condicionan-, en gran medida, el arte típico de una cultura, de un momento temporal de esa cultura o de un área geográfica específica.

Los materiales naturales disponibles en un ecosistema dado, determinan –o más bien condicionan-, en gran medida, el arte típico de una cultura, de un momento temporal de esa cultura o de un área geográfica específica. La presencia de materiales adecuados para la intervención del artífice,  tales como ciertas rocas cuyas superficies pueden ser pintadas, grabadas o esculpidas, o material lítico movible, como cantos rodados, que pueden ser tallados o grabados por percusión o incisión; maderas, que permiten ser labradas, si se cuenta con el instrumental lítico, óseo o metálico del caso; presencia de tierras de colores, etc., pueden ser un importante incentivo para la actividad artística en entidades variables; entendiéndose que éstos no son los únicos factores intervinientes, pues se conoce de  pueblos que viven en condiciones naturales semejantes que, sin embargo, muestran muchas veces, enormes y hasta contrapuestas diferencias en sus manifestaciones, tanto en el estilo como en el nivel artístico y técnico. Es claro el caso de pueblos que suelen decorar, aún rústicamente, las paredes exteriores de sus viviendas, y otros, que residen en sus vecindades, con iguales tipos de recursos, pero que no intentan ni siquiera revocar los muros de sus residencias y que, por lo tanto, no decoran las fachadas de sus hogares ni los interiores de sus construcciones.

 

Las creencias religiosas o mágicas, el nivel educativo de las gentes, la profesión u ocupación principal, la cosmovisión, la organización ritual y social, la edad del artífice, el género, las actividades económicas, el estado de salud físico y mental de aquellos  dedicados a la producción artística, su familia, el dominio de las herramientas a emplearse, el horizonte que alcanza a distinguir con los accidentes geográficos que predominan en el espacio donde habita y otros aspectos similares, suelen influir también -y muy notablemente- en el arte. Hay pueblos que no pueden siquiera imaginarse el usar como modelo el cuerpo humano porque sus concepciones religiosas lo prohíben, mientras que otros consideran que el motivo fundamental de su expresión estética debe ser básicamente, el personaje humano, que resulta siendo, por ello, al fin y al cabo, la obra maestra de la divinidad. Los objetos relacionados con el ritual mágico, religioso o social, por ejemplo, suelen ser motivo de especiales cuidados en el material empleado para su confección, en su forma y decorado, que los diferencian de los bienes de uso doméstico, utilitario y diario, y así concluyen por convertirse entonces, en fuentes del desarrollo estético y aún del económico, así como de la persistencia a lo largo del tiempo, de determinados rasgos mágico-religiosos. Los templos, las casas de los dioses y los palacios de los gobernantes, las residencias de los jefes, e incluso ciertos lugares cargados de sacralidad por muy diversas circunstancias –allí cayó el rayo en una especial tormenta, suelen presentarse emanaciones de gases que emergen del subsuelo, colocó su pie un héroe antiguo, utilizó una piedra del camino para colocar su cabeza y dormir un santón, etc.-, se convierten en especiales puntos de interés para manifestar las excelencias del arte, de la técnica y el cuidado en su ejecución y acabado. Al representarse en esos espacios  a deidades, héroes míticos y antepasados, se encontrarán líneas directrices, de conformidad a patrones tradicionales de expresión que, en numerosos casos, pretenderán traducir las concepciones ideológicas de la sociedad de la que se trate. Los reyes, líderes militares, sacerdotes de alto rango y jefes pueden también influir –y por cierto ello ocurre incluso en las modernas urbes y sociedades industrializadas- muchas veces en el desarrollo estético de determinadas formas expresivas, imponiendo sus propios criterios,  gustos, conocimientos y temperamentos, que orientan la realización de las obras que ellos disponen para su propia prez.

 

De otro lado, las gentes pudientes, adineradas o aristocráticas, pueden resaltar su prestigio con casas –o con tumbas- sumamente adornadas y llenas de objetos de arte, propios o procedentes de otros tiempos y aún  de otros rumbos, que suelen atesorar con cierta avidez incluso; suceso que podemos documentar desde la época de Roma en adelante, con  los nombres de colecciones o museos, o desde las antiguas formas ceremoniales de los egipcios hace varios milenios. Y ello también nos lleva a considerar la situación del artista o del especialista en arte, que puede tener una actividad de tiempo extra entregada a la producción artística, o dedicarse íntegramente a ello, pudiendo además, gozar de una especial consideración dentro de la sociedad, o por el contrario, ser estimado incluso, como un personaje marginal por sus excelencias o por falta de ellas; puede  ciertamente, ocupar cargos oficiales (pintor del rey, músico de la Capilla Real, danzarina del aduar, etc.) o ser llamado ocasionalmente para determinados fines de corte político, social, ritual o sacramental. Puede ser –el artista- ocasionalmente, una especie de médium que recibe inspiración de fuerzas extrahumanas para la ejecución de sus obras, o realizar éstas dentro de rituales especialmente destinados a incentivar la presencia de esas fuerzas, mediante movimientos o sonidos considerados adecuados a tal fin, o luego del consumo de ciertas substancias psicodélicas o alucinógenas.

 

Un objeto de arte puede ser un elemento importante de un culto religioso, o de uso corriente, emplearse para adorno personal  o para identificar alguna condición especial de las gentes dentro de una determinada comunidad; puede hacerse solamente por su mero y específico valor estético, o habérsele cargado de adicional  significación especial, lo que lo convierte –por tanto- en un objeto de prestigio social o religioso, en un talismán o detente. Por cierto que debe tenerse en cuenta el tipo de material que se ha utilizado para la fabricación del objeto: madera, cuero, hueso, piedra, metal, pieles, hilos o tejidos de lana o algodón, u otros productos; pueden emplearse pinturas, estarcidos, tintes, dibujos, grabados, tallados o escultura en madera de variadas calidades, piedras de colores variados, marfil o huesos, o dientes de ciertos animales; las paredes de los edificios presentan superficies que se convierten fácilmente en bases sobre las que vendrán colocadas pinturas, relieves y embutidos, e incluso puede el propio cuerpo humano servir como lienzo para ciertas obras de valor mágico o artístico, como señaladores de estatus o indicadores de algunas características del comportamiento personal, a través de estarcidos, tatuajes, escarificaciones y cortes en la piel, o pinturas corporales o faciales, de diversa entidad y valor, o a través de ciertos elementos agregados adicionalmente del vestuario y del adorno, como parte de la parafernalia ceremonial, que pueden y deben ser usados en determinadas y específicas fechas o circunstancias, o por ciertos personajes de la comunidad y no por otros.

 

Los diseños básicos decorativos pueden ser geométricos, con líneas rectas, angulares, paralelas, quebradas, en zigzag o curvas; representaciones naturalistas o convencionales; esculpido en alto, plano o bajo relieve, escultura en bulto, etc. Los dibujos pueden hacerse también por pirograbado sobre superficies de madera, hueso, caña o similares. El diseño, en todas las artes gráficas, según sus formas puede ser antropomórfico, zoomórfico, fitomórfico, pisciforme, etc., o basarse en  rasgos creativos no funcionales, ideales o fantásticos, salidos de los sueños o de la imaginación del autor. A veces, las formas están tan convencionalizadas, que no es posible entenderlas por alguien que desconozca los lineamientos estéticos y las creencias del grupo productor o inspirador de la obra, por ello la descripción de una decoración, de un ornamento, especialmente de estilo geométrico, deberá tener en cuenta necesariamente: a) el material con que se ha hecho; b) el orden en que se hizo; c) el fin para el que se ha preparado un determinado objeto.

 

El arte simbólico, naturalista, convencional o geométrico, por igual, tiene evidentemente un significado peculiar tanto para el artista, como para la sociedad a la que pertenece el autor de la obra, que puede no coincidir necesariamente con nuestros propios criterios interpretativos. Así, el sol y la luna, las estrellas y los ojos, flores o frutos y muchas otras cosas más, pueden representarse por círculos, que suelen confundirse en ciertas circunstancias, con diseños meramente decorativos, porque esa forma se ajusta al espacio disponible o por ser consecuencia del material empleado. Los círculos o triángulos, por su parte,  pueden ser símbolos de deidades, del universo, del género de los personajes representados, y otras tantas ideas abstractas más. De igual modo, la intersección de líneas rectas puede producir cruces o estrellas, pero también, muchas de ellas podrán simbolizar en realidad, ideas religiosas o mágicas. Por ello, deberá analizarse cuidadosamente si el diseño trazado por la mano del artista está relacionado o no, con creencias, prácticas o restricciones de orden social, moral, intelectivas de la comunidad en estudio.

 

Muchas de las peculiaridades del arte decorativo u ornamental, por su parte,  no son sino consecuencia del uso reiterado de símbolos o representaciones de hechos, fenómenos o creencias, aunque su significado primitivo se puede haber perdido u olvidado, por lo que habrá que relacionarlo con los nombres o títulos que suelen aplicarles en la actualidad los nativos de la comunidad tradicional que los realiza, o con el significado que se les asigna ahora a esos diseños. Muchos motivos no representan directamente el objeto que les da nombre, pero sí algo que está relacionado, de algún  modo, con él, como ocurre con las huellas de pisadas que representan el caminar del dios invisible entre los mesoamericanos, un rombo significará un depósito acuífero, la fuente de la vida, o algo parecido. Un dibujo sencillo, de otro lado, puede tener variados significados según el lugar donde se le ha colocado, y las fuerzas de la naturaleza pueden representarse con figuras humanas, de animales, vegetales, o por una combinación de rasgos de variadas formas, según los gustos y preferencias del grupo en el que aparecen, lo que suele ser bastante común en muchas civilizaciones. La mayoría de los símbolos tienen aparentemente significado mágico-religioso, y se aplican a personas y objetos, para conseguir ayuda sobrenatural, para realizar adecuadamente un diseño, un trabajo de cualquier orden, o para protegerse de posibles males, reales o no. Todo arte simbólico es, o puede ser, a la vez, representativo o decorativo, pero de ello no puede deducirse que todo arte representativo o decorativo sea también simbólico. Es igualmente importante, para un análisis adecuado, tomar en cuenta el objeto a analizar en cuanto tal, el material empleado para su transformación, la forma lograda o la superficie decorada en su conjunto, su relación con la ornamentación en su totalidad y la forma que adquiere finalmente el objeto en estudio, así como el tratamiento que la comunidad donde ha surgido le depara a la obra observada.

 

Al examinarse un objeto ornamentado, deberá tenerse en cuenta si está decorado en su totalidad o solo en parte, debiéndose buscar la razón de este suceso en su manufactura, o en la función del objeto. Así un artefacto hecho de una sola pieza, puede presentar ornamentación solo en aquellas partes donde anteriormente aparecían junturas de unión, cuando el objeto era hecho originalmente por piezas. Se suelen colocar muchas veces líneas o dibujos que nada tienen que hacer con el diseño de fondo, que sirven para realzar ensanchamientos o estrechamientos, en el cuerpo de la obra decorada.  De otro lado, las partes decoradas de un objeto, sirven muchas veces, para contrabalancear a los sectores no decorados, o simplemente para contrastarlos. Cuando los dibujos siguen patrones factibles de ser observados, pueden mostrar determinados ritmos o patrones, que tienen una razón de ser para el artista, y que debemos descubrir para comprenderlos. La decoración, además, puede ser simétrica o haberse planteado desde un comienzo como deliberadamente asimétrica, siguiendo criterios preestablecidos por el artífice y respondiendo a las ideas desarrolladas en cada comunidad con referencia a estos casos. Por lo general, en la cerámica, la base del recipiente que se coloca sobre el piso, suele no estar decorada, lo mismo ocurre con el interior de cántaros y ollas, mientras que muchos platos aparecen más bien, con extensa decoración en el interior del cuenco, seguramente como parte de la observación que la obra no tiene capacidad de transmitir idea alguna cuando no está colocada adecuadamente, como tampoco aparecerá decoración alguna en el sector del marco de un cuadro pintado. Pero, debemos señalar que hemos hallado, en diversas oportunidades, alfares que traen también decoración en la base de la vasija, por lo general acompañados de perforaciones circulares en la parte inferior de los labios de la boca en ollas sin cuello, vasijas casi siempre lenticulares en su forma, perforaciones que podrían indicar que esta parte decorada con esmero realmente, se colgaba de las paredes de casas o templos, especialmente se presenta esta situación, en los tiempos del Formativo Medio y con piezas de color negruzco.

 

Las cosas hechas para ser usadas domésticamente, los utensilios y herramientas destinados a usos caseros, no tienen porqué, necesariamente, ser simplemente utilitarias, ser descuidada o toscamente fabricadas,  también suelen llevar en sí el espíritu estético del autor o del usuario del objeto y consecuentemente podremos ver en utensilios hogareños, domésticos, formas y acabados que nada tienen que envidiar a las obras de carácter artístico propiamente dichas. Muchas cosas, además, se hacen con fines estrictamente ceremoniales, rituales o sacralizados, como ocurre con ciertos tejidos que solo serían usados en determinadas ceremonias en época precolombina, y en consecuencia, pese a su función primaria, eminentemente protectora del cuerpo tendrán rasgos diferenciales que orientan las ideas en torno a su uso final.

 

Hay que tener presente, de otro lado, que existen algunos objetos que fueron originalmente preparados para un uso doméstico pero que, por circunstancias excepcionales, se emplearon en actos litúrgicos, como por ejemplo ocurre cuando han sido usados por un personaje determinado cargado de mana, o por que han sido tocados por el rayo, y entonces, adquieren caracteres adicionales no pensados siquiera por el autor de la obra. Y, tampoco podemos dejar de lado, el acompañamiento que suele darse a los difuntos con aquellas cosas a las que estaban más relacionados en vida: instrumentos musicales o de trabajo que fueron preferentemente usados a lo largo de su vida por el personaje, adornos personales, ciertos vestidos, juguetes, armas o útiles de uso diario que empleaban comúnmente y que, acompañando al cadáver, muestran haber adquirido una carga sacralizante adicional que no se había considerado en el labrado original del objeto.

 

Las creaciones estéticas, en consecuencia, si bien surgen de la naturaleza misma de las cosas, es evidente que no las representan tal y cual, conforne existen en la realidad y se nos presentan a la observación por nuestros sentidos, hay y habrá siempre un contenido simbólico, ideal, irreal –superorgánico diríamos-, en la obra artística, que escapa a todo intento de mensuración. Arte, rito, mito, economía, juego, magia, sueño, religión, conforman apartados diferentes en nuestra cosmovisión, pero evidentemente están profundamente relacionados, interpenetrados diríamos. Es decir que, es posible que las más elaboradas y delicadas obras de arte, hechas con lo más excelso de los materiales disponibles, puedan proceder del mundo de lo onírico y de la ilusión, y no de una realidad tangible. A lo que, sin duda alguna, debe agregarse las fantasías surgidas de la ingesta de ciertas substancias psicotrópicas y alucinógenas como el sanpedro, la vilca, el ayahuasca o el peyote.

 

Podemos considerar a las formas que se reconocen en el arte en general, según los siguientes parámetros:

 

1.      Por su origen: a) naturales; b) artificiales;

2.      Por su estructura: a) geométricas; b) orgánicas, simples, compuestas o complejas;

3.      Por sus dimensiones: a) planas, b) volumétricas, c) dinámicas;

 

Lo que da por resultado, finalmente, que tenemos que ver en materia del arte, con formas de diverso origen:

 

1.      Naturales: las formas de los seres, objetos o entes minerales, vegetales, animales y humanas.

2.      Artificiales: objetos de uso cotidiano, industrial y tecnológico de obra humana, incluyendo las formas artísticas propiamente dichas. Creaciones ideales.

3.      Geométricas: minerales cristalizados, polígonos, poliedros, piezas mecánicas y técnicas. Simbolismo sobre la base de formas geometrizantes.

4.      Orgánicas: magmas minerales de figura indefinida, células y elementos de la vegetación y animales. Partes del cuerpo del personaje humano o de animales.

5.      Planas o bidimensionales: superficie de las cosas, dibujo, diseño gráfico, pintura, collage, planos.

6.      Volumétrica o tridimensionales: objetos reales del entorno. Escultura, arquitectura, interiores, escenografía, ensamblajes, instalaciones, imágenes en tres dimensiones, diseño y maquetas de objetos, edificios,  grafitis, esquemas, etc.

7.      Formas dinámicas o que sugieren movimiento: danza, teatro, mimo, figuración narrativa, títeres, marionetas, circo, etc.

8.      Formas plásticas: dibujo, grabado, pintura, escultura, arquitectura, artes aplicadas al diseño de objetos y del espacio de otras artes.

9.      Géneros de la pintura: retrato, figura histórica, mitológica, religiosa, paisaje, bodegón y abstracciones.

 

Debemos aclarar que estamos usando en este trabajo, el término polisémico de color, para significar la impresión que se produce en la vista por los rayos lumínicos reflejados por un  cuerpo u objeto. La sensación de color depende, entonces, de los siguientes factores:

 

a)      La naturaleza de la luz.

b)      La naturaleza pigmentaria que estamos visualizando.

c)      Las condiciones en que se encuentran nuestros ojos.

d)      La mayor o menor iluminación u obscuridad que envuelve a las cosas.

 

Podemos considerar de otro lado, que la percepción de los colores es un proceso dinámico en el que observamos que cada color posee sus propias cualidades que afectarán al cerebro, de un  modo u otro,  a través de variados estímulos nerviosos. Un color puede, en efecto, producir sensación de calor o de frío, puede relajar o crispar, concentrarse o expandirse, llamar la atención o pasar desapercibido, alegrar o entristecer. Un tono claro sobre un fondo oscuro, aumenta aparentemente de tamaño, mientras que, de otro lado,  los colores claros tienden más bien a extenderse. El fenómeno de la visión de los colores se centra en la retina, probablemente en “conos” y “bastones”. Los tres tipos de conos existentes, como se ha comprobado,  registran diferencias cualitativas y cuantitativas en las radiaciones visibles, sensibles a las regiones espectrales: azul-violeta, verde y rojo-naranja, siendo ellos los responsables de la denominada visión cromática. Los bastones, por su parte, perciben diferencias cuantitativas, tales como la claridad: blanco, grises y negro, siendo los responsables de  la visión nocturna, pero no diferencian el cromatismo.

 

Por la longitud de onda, la formación de la imagen delante o detrás de la retina, y por su expresión psicológica, los colores pueden ser excéntricos o salientes, y concéntricos o entrantes. Aumentan o disminuyen aparentemente, el tamaño y el peso de las formas coloreadas y producen además, la sensación de proximidad o lejanía. Así, podemos comprobar que el color blanco refleja toda la luz que recibe, mientras que –en cambio- el color negro absorbe las radiaciones lumínicas. Por ello, al observar un cuadrado blanco sobre un fondo oscuro nos parecerá que se sale del cuadro, pues tiene una luminosidad radiante, mientras que el negro da más bien una sensación de absorción. Los demás colores participan en variado grado, tanto de la luminosidad como de la obscuridad. Además, tratándose de un paisaje natural el representado, los colores pueden ayudar a proporcionar la sensación de perspectiva a la obra pictórica.

 

La luz –físicamente- es efecto de las radiaciones visibles, que son  parte del espectro electromagnético, formado por ondas que se extienden por todas partes y que pueden medirse según su longitud, desde millonésimas de milímetro hasta varios kilómetros. De todo el espectro, son solamente las ondas que van de 380 nm (nanómetro) a 730 nm, las que estimulan la retina, provocando la sensación luminosa. Cuando todas las ondas electromagnéticas estimulan simultáneamente la retina, el ojo recibe entonces luz blanca, mientras que cuando el ojo recibe solo una parte de tales radiaciones, se ve un solo color. La luz blanca puede descomponerse en varios colores, como ya lo demostrara Newton. Un rayo de luz de color blanco, atravesando un  prisma de cristal, se difracta en varios colores: violeta, añil o índigo, cian, verde, amarillo, anaranjado y rojo.

 

La superficie de los objetos puede rechazar –reflejar- o absorber todas o parte de las radiaciones luminosas. Si se reflejan todas las radiaciones, el cuerpo observado se verá blanco. Si la superficie del objeto absorbe parte de las longitudes de onda de la luz blanca, reflejará solo algunas de esas radiaciones, que son las que llegan a nuestros ojos: rojo, verde, naranja, azul, etc. Cuando la superficie de la cosa absorbe todas las longitudes de onda de la luz blanca, y no refleja ninguna de ellas, al ojo no llega la radiación, y entonces se produce el color negro. Es decir, el color depende de la luz, por tal razón, las luces de colores no equilibradas como la blanca, cambian la reflexión cromática de los objetos. Debemos considerar por ello, que las formas son fijas, pero los colores resultan ser relativos. Cuando los teóricos del arte se refieren al color, lo hacen atendiendo a las gradaciones del mismo para conseguir los efectos de relieve y volumen con el claroscuro, o a los valores espaciales en la representación tridimensional. El estudio de la composición cromática o el rol de los colores en la obra, ha quedado aún prácticamente sin analizar. Las formas son fijas, pero los colores son, sin duda, relativos, lo que depende de la luz, cuya variación cambia notoriamente la apreciación cromática que podemos lograr.

 

Con referencia a la música, de otro lado,  podemos señalar que, desde la época de los pitagóricos, la escala musical ha mostrado un orden racional en la experiencia sensorial, mientras que –de otro lado-, los conceptos y nombres de los colores se derivan de las sustancias que constituyen la materia prima para los pigmentos. El estudio químico ha permitido explicarnos las relaciones estructurales de los componentes del sistema cromático, pero el color en sí, es sumamente dependiente e influenciable de -y por- otros factores. Es posible determinar el tono y la luminosidad de un color, su longitud de onda, pero la interacción de un color con sus vecinos puede ocasionar enormes cambios. La teoría de la Gestalt y los psicólogos nos hablan de la “constancia del color”, refiriéndose fundamentalmente a la influencia que ejerce la luz sobre los objetos coloreados.

 

Con relación al fenómeno del color, se han establecido variaciones dimensionales que distinguen un determinado matiz: tono, luminosidad y saturación. a) Tono, designa una clase de color, que en lenguaje común  recibe los nombres de rojo, verde, amarillo, naranja, etc. Este concepto está ligado con la longitud de onda de su radiación y distingue un color de otro; b) Luminosidad o brillo, es la capacidad de reflejar la luz blanca que incide sobre el color. El brillo de un color, en consecuencia, viene a ser  su grado de claridad. En las artes plásticas y en las gráficas, podemos observar que la oscuridad varía notablemente, añadiéndose el color negro a un tono, pues ese color quita luz al objeto. Hay, por ello,  una escala que clasifica los colores en valores altos y bajos. Los valores altos se caracterizan por la mayor presencia del blanco y el amarillo, mientras que los valores bajos muestran presencia predominante del negro y del cian; c) finalmente, saturación o pureza, corresponde a la longitud de onda que aparece en el espectro electromagnético, careciendo del blanco y del negro. La saturación varía con la cantidad de blanco, negro, gris u otro color añadido al tono.

Francisco Iriarte Brenner

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